Los negros de La Habana nunca cesan. Es aquí
mismo, en esta esquina, donde todos se reúnen cuando vienen de la playa. Cantan
siempre. No cesan porque no tienen trabajo, por eso no cesan de cantar. Van y
vienen a todas horas, van y vienen siempre cantando, y a veces se detienen para
tomar un poco de café, para apuntar a veces algunos números, y luego, siempre
cantando, pasar de un lado a otro, de un lado a otro de la calle. Siempre
cantando, entre tirada y tirada. Nunca cesan, nunca.
(Fragmento final del primer capítulo de
“Gestos”, primera novela de Severo Sarduy, 1963.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario