Te escapas sin fuga sino en un
silencio de cristales quietos, te dejas huir por un intersticio de dudas e
incertidumbres, de flores marchitas que desconocen aun tu nombre. Te buscó con
la certeza de encontrarte caminando por tu ajeno nocturno. Te rastreo por los
senderos sin huellas para dejarte ir. Te persigo con la voz que te abruma de
perturbadora nostalgia, y en esa solemnidad inútil se van cumpliendo tus
negadas fantasías, ahí exploras lo prohibido en tu realidad ilusoria de una
maquina de sueños. Quizás ya no eres tú.
Breves textos escritos a la manera de “La cálida entraña” del escritor y poeta Juan David Porras Santana [Caracas, 12 de Octubre de 1955 – Caracas, 21 de Agosto de 2016].
lunes, 31 de octubre de 2016
viernes, 28 de octubre de 2016
El viento arrastra… - Agustín Fernández Mallo
El viento arrastra
hojas, polvo de octubre, papeles a la panza de los coches, agita la flota y ya
no queda nadie salvo yo en la ventana del Hotel Port Maó. Llegará un día en el
que la luz vuelva a ser la piel del mundo, me digo, bajo pretexto de primavera.
Entretanto, no me asustan ni el viento ni tu éxodo, ni esa caída fantasmática y
grotesca que se apodera de los trajes cuando se quedan para siempre en el
armario. Únicamente me asusta pasar el otoño sin una mujer.
miércoles, 26 de octubre de 2016
La presencia enternecida
Se
desliza tenue o casi invisible sobre las cosas que le pertenecen, como un vaho
que demarca los contornos difusos de su mundo y deja su impalpable rastro
lunar. Aparta
las manos ajenas que se atreven a invadir esos objetos pertenecidos. Ella
perdura según sus propios designios, elemental, misteriosa e imperecedera. Suele divertirse haciendo crujir en la noche
las maderas que conocieron el tacto de sus dedos buscando el polvo acumulado
por el tiempo, sin otro afán que persistir ahí entre nosotros, los que
la amábamos. A veces creemos verla
sonriendo.
domingo, 23 de octubre de 2016
LAS ETAPAS REFERIDAS (Segunda versión) - Beatriz Graciela Moyano
Un techo brillante de
estrellas, que fue algo más plateado cielo nocturno, casi un regalo de lejana
visión, la venida de un nuevo cielo, y ciertamente hay uno ahora. Pestillos
carcomidos, base en olvido, los sin cerrojos palpitantes, inquieta alza vuelo.
Liberada, cuando el sol muere en todas sus épocas renace. Otra vez en su
eclipse ignorando la faz sin reconcilio con la esencia, mira el reverso, como
cruz clavada, se rinde un entorno lisonjero a la gaviota de poder grupal, que
hace rojos los grises. Absoluta circula, con desmesurada sonrisa.
sábado, 22 de octubre de 2016
La fugada inolvidable
Cuando
abandonaste las mañanas del tormento, dejaste un vacío y un silencio, un lugar
desolado y unas rosas marchitas, y una música que ya nadie escucha porque
faltas tú. Dejaste el otoño deshojado, las calles sin ocaso en sus tristes
larguras. Y un poco de soledad en los
rincones del patio. Pero te voy reconstruyendo a partir de tus aun
tibios vestigios en un vaso o la ventana, en el espejo y en la almohada, en el
eco de tu voz en el recuerdo nítido, humeante. Así te voy haciendo inolvidable.
viernes, 21 de octubre de 2016
Los gélidos besos – Ivonne Concha Alarcón
Besos sin
besos que no queman, suben con la marea a buscar las conchitas y las corcheas
lamiendo lentamente la nostalgia perdida entre los pensamientos, pasión que se
resbala evadiendo los miedos, subiendo la montaña para encontrar la frialdad de
la densa noche que aun no florece. Hoy recuerdan sus acertijos escondidos
dentro de laberintos no recorridos. Se inundan las calles del deseo, brotan los
anhelos desde los escondrijos que nadie conoce, se pasea el destino
insinuándose en los dedos que recorren la sima donde todo se pierde anegado de
placer.
miércoles, 19 de octubre de 2016
La rosa debida
Creeré, porque no tengo más opción
en este aquí de este ahora, porque no tengo la certeza de la reencarnación que
soñamos, porque habito por ti en esa
incertidumbre. Llueve sobre las rosas innumerables que te nombran sin decir tu
nombre. Aunque otras te abunden, no poseerán nunca tu debido perfume. Sobre tus
arcillas mis raíces esperan tu deuda impaga, la convergencia del pétalo y tu
piel, de la flor impura derramada, del cántaro que se vierte en las arenas
donde eres rosa sola persistiendo enmudecida. Ardes en un color imposible.
martes, 18 de octubre de 2016
Las etapas referidas (Versión inicial) - Beatriz Graciela Moyano
Alguien
le regaló un techo brillante de estrellas, que fue algo más que plateado cielo
nocturno, pestillos abiertos, base en olvido de los sin cerrojos palpitantes,
inquieta vuela, liberada. Sin reconciliar su esencia, gaviota de poder grupal,
ve los grises rojos. Circula absoluta, desmesurada sonrisa de diosa inconclusa,
elixir inherente, desidia. Y dicho así, solo dibuja una de las referidas
etapas, pues no hubo infinitud en nada, se conjugaron los tiempos compuestos de
ciclos efímeros, se huele la sal y no hay viento marino, es necedad. Hay
soledad y orgullo escénico.
Te asomas primavera – Ivonne Concha Alarcón
Los pies arriba, palabras rotas,
calzados grandes, pestañas gruesas, camino amplio, luces desiertas, corazón
rojo, perlas negras, tiempo blanco, tiempo negro, riqueza desierta, camino de
sal, puertas grandes, camino verde, oasis frescos, flores chiquitas, amores sin
alma, tiempo perfecto, naranjos en flor, el buen tiempo se asoma, miro, observo
como caminas, apresurado por una vida con tiempo tardío, rosas rojas, rosas
blancas, pétalos de manzanilla, centro amarillo, abejas volando entre hojas
verdes, pétalos multicolores. Se avecinan días primaverales, días de jolgorio,
algarabía. Las mantis se aprestan a disfrutar su último rito…
lunes, 17 de octubre de 2016
La maga furtiva
Ejerce un hechizo incomprensible
siempre en los extramuros del tiempo, en ayer al atardecer o mañana de
madrugada, nunca en el ahora de aquí donde la nombro sin esperanza. Se
despliega a veces en las tardes de pájaros y de flores. Cuando atardecida, se
dibuja a sí misma sonriendo en lontananza. Nocturna no aparece, como si esas
horas le cerraran los ojos y fuera sombra en las sombras, una ilusoria silueta
por las esquinas de los faroles apagados, amanecida posee la misma tonalidad
anaranjada del ocaso. En las mañanas simplemente desaparece.
sábado, 15 de octubre de 2016
La ungida imposible
Alta, altiva, silenciosa, camina
por la vereda como un ángel transparente, sin pisar el suelo ni asustar a las
palomas, como deslizándose en un tímido escorzo, lejana, esencialmente ausente.
Yo la iba mirando desde enfrente, la devoraba de lejos, sin tocarla. Un aura de
tenue suspiro la fijaba nítida e inolvidable. Habita en el mismo barrio, la
misma calle y por el mismo lado de la sombra, pero pertenece a otro desde antes
que yo la ungiera de esa imposibilidad obsesiva que la hace ciertamente
distinta. Suele aparecer nocturna, sin
aviso.
viernes, 14 de octubre de 2016
La dama imperceptible
Cautivaba las floraciones con su
aliento de pertenecida primavera, con las sílabas de su voz dejaba escurrir las
aguas por los íntimos cauces de una solemne y perturbadora nostalgia. Permanecía
insobornable, dolorosamente ausente, como el frío cristal de un cuarzo
subterráneo. Para no despertar deseos, nunca quiso sobrevivir a las madrugadas.
Sucedió encriptada, se me fue apareciendo de a poquito por la orilla más lejana
del atardecer, desvestida de luces y sombras, siempre nítida, pero encapsulada
y solemne en un vaho que la aislaba del otoño. Todo en ella fue inconcluso.
jueves, 13 de octubre de 2016
La sinuosidad virginal
Es un éxtasis compartido, de
escondrijos y de fugas, de huidas por los laberintos de lo intocado. Es una
pasión congregada en sutiles actitudes equivocas. Es una iriología taciturna,
secreta, reflejada en tus ojos, en tu sinuosidad latente, retenida, humedecida
en tu concavidad inalcanzable. Dibujo tu boca en mi boca para besarte sin
besos, te acaricio de mentira en un acoso de sutiles ilusiones, mientras una
altura se yergue como un faro en un mar oscuro, lejos de tu isla de algas y
espumas. Quiebro así tus designios de virgen instaurada.
miércoles, 12 de octubre de 2016
La triste evocada
Poseía un hechizo misterioso que
la hacia transparente y silenciosa cuando cerraba los ojos. La decidí imposible
por peligrosa desde la primera cita, aunque ya capturado en su vago dejo de
tristeza. Ahora la evoco sin ningún asomo de certeza, como al azar, como se
disponen las piedras en las orillas de los ríos furiosos. Solo me quedó una
pena, una profundidad de aguas oscuras donde todos los recuerdos se hunden sin
hallar fondo, y se quedan enredados en las algas enmarañadas o atrapados en las
cavernas donde mueren los celacantos.
martes, 11 de octubre de 2016
La desertora rencorosa
Su silueta se diluyo al contraluz
desesperado del ocaso, se fue yendo como caminando por el borde de un
acantilado, sin una sombra que la perpetuara en la memoria. Fugitiva, la busqué
por todas las oquedades que habitó en sus destierros. Deshojé sus recuerdos y
mis libros, pero no fue habida. Mariposa vengativa, concibió un complejo e
intraducible lenguaje de sigilosos pájaros nocturnos para que sus mensajes me
sorprendieran a cualquier hora de la noche, decían palabras codificadas que
siempre significaban amor, o pena, o desencanto. Y ese fue mi escarmiento.
lunes, 10 de octubre de 2016
La perdida mirada
Es en la liturgia indescifrable de
tus ojos cuando inician el ceremonial inolvidable del insomnio en las
penumbras, cuando miran un indefinido y lejano horizonte o la lluvia repetida de
ayer en este anochecer sin tiempo, lo que abarca los territorios de la ternura insoportable
y que tus labios confirman en su tenue sonrisa alejada. No existen otros protocolos
que detenten esa misma quietud silenciosa, esa secuencia imperceptible en la
que tus párpados oscurecen tu entorno y soy entonces tu único habitante. El
nocturno me persigue sigiloso para robarme esos prodigios.
sábado, 8 de octubre de 2016
La lluvia contingente
Estaba en la oficina, salí al patio a tomar un café y
fumar un cigarrillo, llovía finito como suspiro de pebeta soñadora. El ginko de
enfrente se iba haciendo oros en su otoño a destiempo, mientras la bugambilia
vivía en sus rojos aun su propia primavera. De pronto arreció la lluvia, se
vino intensa como hembra tanguera, tamborileaba
fuerte sobre el techo de zinc, y ahí me entró la nostalgia. Quise entonces
hundirme en tu regazo, vivir el resto del día entibiado en tu cuerpo para huir
de este frío ahora.
viernes, 7 de octubre de 2016
La visión autorizada
Por vos consentido me voy
contorneando el pálido fulgor carnal de tu cuerpo, de los claros fragmentos de
tu piel habituada a la luz virginal del plenilunio, de los instantes de un
sueño que va desde de tus manos con sus metales circulares y sus rojas uñas que
rasgan la superficie fluctuante de mis deseos, hasta la provocativa osatura tus
pies. Pero siempre vuelvo al intenso rosado de tus labios y al perfume
escondido en tu pelo para seguir soñándote por mi solitaria noche, donde sé que
ya no te veré.
La deuda imperecedera
Siempre me quedarás debiendo el
color misterioso de tus ojos y un atardecer imposible caminando por un parque
en ese día que nunca poseeremos. Me deberás la eterna memoria del paisaje por
las riberas hasta el malecón viejo, con sus iguanas y sus mariposas en la época
de las lluvias. Serán deuda también el leve roce de tu mano al regalarte una
flor, un tierno beso iluminado por los últimos arreboles del crepúsculo, la intensa
felicidad de estar ahí contigo, y la pena de saber que solo fue un sueño
equivocado.
Alturas de ti
Toda perfección en tu silueta contiene
la poética magia de las lejanas e imposibles esfinges, el misterioso atractivo
de tu rostro decreta un ámbito romántico que se despeña por tus labios en un
beso imposible. Quizás ahí en la altura colonial de la bahía el amor te atañe
insistente invocando ternuras escondidas y besos extraviados. Cada altiva curva
que en ti se demora calca las ondulaciones de un imperioso desasosiego, solo
las manos de un divino alfarero enamorado pudo modelar en ti ese equilibrio
absoluto entre lo soñado y lo perdido.
La lenta lluvia
Vino con el aguacero,
turbia de lluvias y de tardes clausuradas. Sabía domesticar las mariposas
nocturnas y a eso se dedicó mientras esperaba que se consumieran las velas.
Entumecida penetró en las honduras de la penumbra y se fue convirtiendo con
delicada parsimonia en semillas de amapola, luego en piedras de desconsuelos,
hasta ser simplemente el aroma de una rosa blindada. No hubo noche más intensa
que aquella de su recuerdo. El reloj cristalizó en sus ojos risueños, el
tiempo, vencido, afanó sus últimos trucos de mago equivocado y se detuvo.
jueves, 6 de octubre de 2016
La esfinge seducida
Quiso que sus aguas me
bautizaran para sosiego de arcángeles y demonios. Dejó liquida la tarde sin
lluvia, la estremeció con su presencia inconmovible, la deshojó como una brusca
brisa perturbadora. La fría porcelana de sus largas manos de esfinge tocó mi
frente y un crepúsculo de sarmientos consumo en su violeta la lejanía de su
respiración perfumada. Un aura desvanecida ocurrió en su milagro profano, sin
su voz los pájaros anidaron en su silencio de ciruelo. Poseía esa tonalidad
subjetiva de las dalias que las hace imposibles para la memoria.
La cálida entraña - Juan David Porras Santana
Devino lúcida, siempre
transmutada como el alba de los iluminados, de lo recóndito se tejía su
poderosa palabra, que retumbaba después de la centella, como ocurre con los
relámpagos. Su piel inquieta, atenta pero ajena, sensitiva pero esquiva, marina
pero lucia. De espíritu se conforman sus costillas, nunca necesitó de Adán.
Libre albedrío andante, hollando las rojas arcillas del planeta, no nació como
nosotros, su corazón se fue haciendo a fuego lento con tanto esmero, que lo
que emana de ella parece salido del magma incandescente. Así es nuestra cálida
entraña.
Del libro “Químicamente
Puro. Los poemas de Frankenstein”, Venezuela, 2012. (Gentileza de Alejandra
Madrigal)
SU VERBO
En esta breve saga inspirada por mi
amiga Cheroke Hudson, sobre sexo y amor. El factor originario, el instinto se
ve alterado y por momentos desubicado por los dos grandes poderes del ser
humano: sentimiento y razón. Haciendo del tema una suerte de enjambre de abejas
africanas que impide llegar a la miel y que esconde su jalea real en el papo de
la Reina, verdadera artífice de este código femenino que nos diferencia y nos
atrae como ninguna experiencia sagrada o profana.
Trataré en esta última entrega que
no puede ser explicita, sino sugestiva, de trazar Jeroglíficos como los del
primer salto cuántico que dio el hombre para entender su circunstancia. Como en otras oportunidades he dicho: Ellas
son, Nosotros estamos.
Introducción a su poema “ELLAS SON,
NOSOTROS ESTAMOS”, Agosto 3 de 2016
JUAN DAVID PORRAS SANTANA
Sobre mí
(En sus propias
palabras)
Juan David Porras
Santana nació en Caracas un 12 de octubre de 1955. Es guitarrista por
iniciación, geógrafo de profesión y empresario por devoción. Su incursión en la
poesía ha sido a ratos tan lenta como su catatónica vida, otras fulminante como
sus diestras huidas. Esta extraña conformación lo hace un ser inasible, al
punto que su yo se muda en cada extraño ciclo de su circadiana vida. La
respuesta a este problema se la ofreció una neurótica: “el problema Juan David
no es que estés consiente de la realidad, es tu frontal postura de resistencia
a no aceptarla”. Y este la inquirió preocupado: ¿quiere esto decir que soy un
quimérico recalcitrante imbuido en el magín de lo que debe ser, en
contravención con lo que es?: SÍ, definitivamente Debe haber en tus 23 pares
genéticos, un par de ellos que impusieron a tu YO que las emociones eran la
verdad – Homo sentimentalis-, a lo cual se resisten los 22 restantes que
configuraron al animal racional que también eres- reconozco que a veces te
quedas atascado en el genero próximo-, de allí que el proceso dialéctico que
tiene lugar con el alter ego, sobre todo con los ajenos- 99,9999999999%-, tu yo
sentimental y tu YO racional, colapsen y generan posturas como las de este
poemario.
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