lunes, 31 de octubre de 2016

La soñadora extraviada


Te escapas sin fuga sino en un silencio de cristales quietos, te dejas huir por un intersticio de dudas e incertidumbres, de flores marchitas que desconocen aun tu nombre. Te buscó con la certeza de encontrarte caminando por tu ajeno nocturno. Te rastreo por los senderos sin huellas para dejarte ir. Te persigo con la voz que te abruma de perturbadora nostalgia, y en esa solemnidad inútil se van cumpliendo tus negadas fantasías, ahí exploras lo prohibido en tu realidad ilusoria de una maquina de sueños. Quizás ya no eres tú.

viernes, 28 de octubre de 2016

El viento arrastra… - Agustín Fernández Mallo


El viento arrastra hojas, polvo de octubre, papeles a la panza de los coches, agita la flota y ya no queda nadie salvo yo en la ventana del Hotel Port Maó. Llegará un día en el que la luz vuelva a ser la piel del mundo, me digo, bajo pretexto de primavera. Entretanto, no me asustan ni el viento ni tu éxodo, ni esa caída fantasmática y grotesca que se apodera de los trajes cuando se quedan para siempre en el armario. Únicamente me asusta pasar el otoño sin una mujer.


miércoles, 26 de octubre de 2016

La presencia enternecida


Se desliza tenue o casi invisible sobre las cosas que le pertenecen, como un vaho que demarca los contornos difusos de su mundo y deja su impalpable rastro lunar. Aparta las manos ajenas que se atreven a invadir esos objetos pertenecidos. Ella perdura según sus propios designios, elemental, misteriosa e imperecedera. Suele divertirse haciendo crujir en la noche las maderas que conocieron el tacto de sus dedos buscando el polvo acumulado por el tiempo, sin otro afán que persistir ahí entre nosotros, los que la amábamos. A veces creemos verla sonriendo.

domingo, 23 de octubre de 2016

LAS ETAPAS REFERIDAS (Segunda versión) - Beatriz Graciela Moyano


Un techo brillante de estrellas, que fue algo más plateado cielo nocturno, casi un regalo de lejana visión, la venida de un nuevo cielo, y ciertamente hay uno ahora. Pestillos carcomidos, base en olvido, los sin cerrojos palpitantes, inquieta alza vuelo. Liberada, cuando el sol muere en todas sus épocas renace. Otra vez en su eclipse ignorando la faz sin reconcilio con la esencia, mira el reverso, como cruz clavada, se rinde un entorno lisonjero a la gaviota de poder grupal, que hace rojos los grises. Absoluta circula, con desmesurada sonrisa.


sábado, 22 de octubre de 2016

La fugada inolvidable


Cuando abandonaste las mañanas del tormento, dejaste un vacío y un silencio, un lugar desolado y unas rosas marchitas, y una música que ya nadie escucha porque faltas tú. Dejaste el otoño deshojado, las calles sin ocaso en sus tristes larguras. Y un poco de soledad en los  rincones del patio. Pero te voy reconstruyendo a partir de tus aun tibios vestigios en un vaso o la ventana, en el espejo y en la almohada, en el eco de tu voz en el recuerdo nítido, humeante. Así te voy haciendo inolvidable.

viernes, 21 de octubre de 2016

Los gélidos besos – Ivonne Concha Alarcón


Besos sin besos que no queman, suben con la marea a buscar las conchitas y las corcheas lamiendo lentamente la nostalgia perdida entre los pensamientos, pasión que se resbala evadiendo los miedos, subiendo la montaña para encontrar la frialdad de la densa noche que aun no florece. Hoy recuerdan sus acertijos escondidos dentro de laberintos no recorridos. Se inundan las calles del deseo, brotan los anhelos desde los escondrijos que nadie conoce, se pasea el destino insinuándose en los dedos que recorren la sima donde todo se pierde anegado de placer.

miércoles, 19 de octubre de 2016

La rosa debida


Creeré, porque no tengo más opción en este aquí de este ahora, porque no tengo la certeza de la reencarnación que soñamos, porque  habito por ti en esa incertidumbre. Llueve sobre las rosas innumerables que te nombran sin decir tu nombre. Aunque otras te abunden, no poseerán nunca tu debido perfume. Sobre tus arcillas mis raíces esperan tu deuda impaga, la convergencia del pétalo y tu piel, de la flor impura derramada, del cántaro que se vierte en las arenas donde eres rosa sola persistiendo enmudecida. Ardes en un color imposible.


martes, 18 de octubre de 2016

Las etapas referidas (Versión inicial) - Beatriz Graciela Moyano


Alguien le regaló un techo brillante de estrellas, que fue algo más que plateado cielo nocturno, pestillos abiertos, base en olvido de los sin cerrojos palpitantes, inquieta vuela, liberada. Sin reconciliar su esencia, gaviota de poder grupal, ve los grises rojos. Circula absoluta, desmesurada sonrisa de diosa inconclusa, elixir inherente, desidia. Y dicho así, solo dibuja una de las referidas etapas, pues no hubo infinitud en nada, se conjugaron los tiempos compuestos de ciclos efímeros, se huele la sal y no hay viento marino, es necedad. Hay soledad y orgullo escénico.

Te asomas primavera – Ivonne Concha Alarcón


Los pies arriba, palabras rotas, calzados grandes, pestañas gruesas, camino amplio, luces desiertas, corazón rojo, perlas negras, tiempo blanco, tiempo negro, riqueza desierta, camino de sal, puertas grandes, camino verde, oasis frescos, flores chiquitas, amores sin alma, tiempo perfecto, naranjos en flor, el buen tiempo se asoma, miro, observo como caminas, apresurado por una vida con tiempo tardío, rosas rojas, rosas blancas, pétalos de manzanilla, centro amarillo, abejas volando entre hojas verdes, pétalos multicolores. Se avecinan días primaverales, días de jolgorio, algarabía. Las mantis se aprestan a disfrutar su último rito…

lunes, 17 de octubre de 2016

La maga furtiva


Ejerce un hechizo incomprensible siempre en los extramuros del tiempo, en ayer al atardecer o mañana de madrugada, nunca en el ahora de aquí donde la nombro sin esperanza. Se despliega a veces en las tardes de pájaros y de flores. Cuando atardecida, se dibuja a sí misma sonriendo en lontananza. Nocturna no aparece, como si esas horas le cerraran los ojos y fuera sombra en las sombras, una ilusoria silueta por las esquinas de los faroles apagados, amanecida posee la misma tonalidad anaranjada del ocaso. En las mañanas simplemente desaparece.

sábado, 15 de octubre de 2016

La ungida imposible


Alta, altiva, silenciosa, camina por la vereda como un ángel transparente, sin pisar el suelo ni asustar a las palomas, como deslizándose en un tímido escorzo, lejana, esencialmente ausente. Yo la iba mirando desde enfrente, la devoraba de lejos, sin tocarla. Un aura de tenue suspiro la fijaba nítida e inolvidable. Habita en el mismo barrio, la misma calle y por el mismo lado de la sombra, pero pertenece a otro desde antes que yo la ungiera de esa imposibilidad obsesiva que la hace ciertamente distinta. Suele aparecer nocturna, sin aviso.

viernes, 14 de octubre de 2016

La dama imperceptible


Cautivaba las floraciones con su aliento de pertenecida primavera, con las sílabas de su voz dejaba escurrir las aguas por los íntimos cauces de una solemne y perturbadora nostalgia. Permanecía insobornable, dolorosamente ausente, como el frío cristal de un cuarzo subterráneo. Para no despertar deseos, nunca quiso sobrevivir a las madrugadas. Sucedió encriptada, se me fue apareciendo de a poquito por la orilla más lejana del atardecer, desvestida de luces y sombras, siempre nítida, pero encapsulada y solemne en un vaho que la aislaba del otoño. Todo en ella fue inconcluso.


jueves, 13 de octubre de 2016

La sinuosidad virginal


Es un éxtasis compartido, de escondrijos y de fugas, de huidas por los laberintos de lo intocado. Es una pasión congregada en sutiles actitudes equivocas. Es una iriología taciturna, secreta, reflejada en tus ojos, en tu sinuosidad latente, retenida, humedecida en tu concavidad inalcanzable. Dibujo tu boca en mi boca para besarte sin besos, te acaricio de mentira en un acoso de sutiles ilusiones, mientras una altura se yergue como un faro en un mar oscuro, lejos de tu isla de algas y espumas. Quiebro así tus designios de virgen instaurada.


miércoles, 12 de octubre de 2016

La triste evocada


Poseía un hechizo misterioso que la hacia transparente y silenciosa cuando cerraba los ojos. La decidí imposible por peligrosa desde la primera cita, aunque ya capturado en su vago dejo de tristeza. Ahora la evoco sin ningún asomo de certeza, como al azar, como se disponen las piedras en las orillas de los ríos furiosos. Solo me quedó una pena, una profundidad de aguas oscuras donde todos los recuerdos se hunden sin hallar fondo, y se quedan enredados en las algas enmarañadas o atrapados en las cavernas donde mueren los celacantos.


martes, 11 de octubre de 2016

La desertora rencorosa


Su silueta se diluyo al contraluz desesperado del ocaso, se fue yendo como caminando por el borde de un acantilado, sin una sombra que la perpetuara en la memoria. Fugitiva, la busqué por todas las oquedades que habitó en sus destierros. Deshojé sus recuerdos y mis libros, pero no fue habida. Mariposa vengativa, concibió un complejo e intraducible lenguaje de sigilosos pájaros nocturnos para que sus mensajes me sorprendieran a cualquier hora de la noche, decían palabras codificadas que siempre significaban amor, o pena, o desencanto. Y ese fue mi escarmiento.


lunes, 10 de octubre de 2016

La perdida mirada


Es en la liturgia indescifrable de tus ojos cuando inician el ceremonial inolvidable del insomnio en las penumbras, cuando miran un indefinido y lejano horizonte o la lluvia repetida de ayer en este anochecer sin tiempo, lo que abarca los territorios de la ternura insoportable y que tus labios confirman en su tenue sonrisa alejada. No existen otros protocolos que detenten esa misma quietud silenciosa, esa secuencia imperceptible en la que tus párpados oscurecen tu entorno y soy entonces tu único habitante. El nocturno me persigue sigiloso para robarme esos prodigios.


sábado, 8 de octubre de 2016

La lluvia contingente


Estaba en la oficina, salí al patio a tomar un café y fumar un cigarrillo, llovía finito como suspiro de pebeta soñadora. El ginko de enfrente se iba haciendo oros en su otoño a destiempo, mientras la bugambilia vivía en sus rojos aun su propia primavera. De pronto arreció la lluvia, se vino intensa como hembra tanguera, tamborileaba fuerte sobre el techo de zinc, y ahí me entró la nostalgia. Quise entonces hundirme en tu regazo, vivir el resto del día entibiado en tu cuerpo para huir de este frío ahora.


viernes, 7 de octubre de 2016

La visión autorizada


Por vos consentido me voy contorneando el pálido fulgor carnal de tu cuerpo, de los claros fragmentos de tu piel habituada a la luz virginal del plenilunio, de los instantes de un sueño que va desde de tus manos con sus metales circulares y sus rojas uñas que rasgan la superficie fluctuante de mis deseos, hasta la provocativa osatura tus pies. Pero siempre vuelvo al intenso rosado de tus labios y al perfume escondido en tu pelo para seguir soñándote por mi solitaria noche, donde sé que ya no te veré.


La deuda imperecedera


Siempre me quedarás debiendo el color misterioso de tus ojos y un atardecer imposible caminando por un parque en ese día que nunca poseeremos. Me deberás la eterna memoria del paisaje por las riberas hasta el malecón viejo, con sus iguanas y sus mariposas en la época de las lluvias. Serán deuda también el leve roce de tu mano al regalarte una flor, un tierno beso iluminado por los últimos arreboles del crepúsculo, la intensa felicidad de estar ahí contigo, y la pena de saber que solo fue un sueño equivocado.


Alturas de ti


Toda perfección en tu silueta contiene la poética magia de las lejanas e imposibles esfinges, el misterioso atractivo de tu rostro decreta un ámbito romántico que se despeña por tus labios en un beso imposible. Quizás ahí en la altura colonial de la bahía el amor te atañe insistente invocando ternuras escondidas y besos extraviados. Cada altiva curva que en ti se demora calca las ondulaciones de un imperioso desasosiego, solo las manos de un divino alfarero enamorado pudo modelar en ti ese equilibrio absoluto entre lo soñado y lo perdido.

La lenta lluvia


Vino con el aguacero, turbia de lluvias y de tardes clausuradas. Sabía domesticar las mariposas nocturnas y a eso se dedicó mientras esperaba que se consumieran las velas. Entumecida penetró en las honduras de la penumbra y se fue convirtiendo con delicada parsimonia en semillas de amapola, luego en piedras de desconsuelos, hasta ser simplemente el aroma de una rosa blindada. No hubo noche más intensa que aquella de su recuerdo. El reloj cristalizó en sus ojos risueños, el tiempo, vencido, afanó sus últimos trucos de mago equivocado y se detuvo.


jueves, 6 de octubre de 2016

La esfinge seducida


Quiso que sus aguas me bautizaran para sosiego de arcángeles y demonios. Dejó liquida la tarde sin lluvia, la estremeció con su presencia inconmovible, la deshojó como una brusca brisa perturbadora. La fría porcelana de sus largas manos de esfinge tocó mi frente y un crepúsculo de sarmientos consumo en su violeta la lejanía de su respiración perfumada. Un aura desvanecida ocurrió en su milagro profano, sin su voz los pájaros anidaron en su silencio de ciruelo. Poseía esa tonalidad subjetiva de las dalias que las hace imposibles para la memoria.

La cálida entraña - Juan David Porras Santana


Devino lúcida, siempre transmutada como el alba de los iluminados, de lo recóndito se tejía su poderosa palabra, que retumbaba después de la centella, como ocurre con los relámpagos. Su piel inquieta, atenta pero ajena, sensitiva pero esquiva, marina pero lucia. De espíritu se conforman sus costillas, nunca necesitó de Adán. Libre albedrío andante, hollando las rojas arcillas del planeta, no nació como nosotros, su corazón se fue haciendo a fuego lento con tanto esmero, que lo que emana de ella parece salido del magma incandescente. Así es nuestra cálida entraña.

Del libro “Químicamente Puro. Los poemas de Frankenstein”, Venezuela, 2012. (Gentileza de Alejandra Madrigal)


SU VERBO


En esta breve saga inspirada por mi amiga Cheroke Hudson, sobre sexo y amor. El factor originario, el instinto se ve alterado y por momentos desubicado por los dos grandes poderes del ser humano: sentimiento y razón. Haciendo del tema una suerte de enjambre de abejas africanas que impide llegar a la miel y que esconde su jalea real en el papo de la Reina, verdadera artífice de este código femenino que nos diferencia y nos atrae como ninguna experiencia sagrada o profana.
Trataré en esta última entrega que no puede ser explicita, sino sugestiva, de trazar Jeroglíficos como los del primer salto cuántico que dio el hombre para entender su circunstancia.  Como en otras oportunidades he dicho: Ellas son, Nosotros estamos.


Introducción a su poema “ELLAS SON, NOSOTROS ESTAMOS”, Agosto 3 de 2016

JUAN DAVID PORRAS SANTANA


Sobre mí

(En sus propias palabras)

Juan David Porras Santana nació en Caracas un 12 de octubre de 1955. Es guitarrista por iniciación, geógrafo de profesión y empresario por devoción. Su incursión en la poesía ha sido a ratos tan lenta como su catatónica vida, otras fulminante como sus diestras huidas. Esta extraña conformación lo hace un ser inasible, al punto que su yo se muda en cada extraño ciclo de su circadiana vida. La respuesta a este problema se la ofreció una neurótica: “el problema Juan David no es que estés consiente de la realidad, es tu frontal postura de resistencia a no aceptarla”. Y este la inquirió preocupado: ¿quiere esto decir que soy un quimérico recalcitrante imbuido en el magín de lo que debe ser, en contravención con lo que es?: SÍ, definitivamente Debe haber en tus 23 pares genéticos, un par de ellos que impusieron a tu YO que las emociones eran la verdad – Homo sentimentalis-, a lo cual se resisten los 22 restantes que configuraron al animal racional que también eres- reconozco que a veces te quedas atascado en el genero próximo-, de allí que el proceso dialéctico que tiene lugar con el alter ego, sobre todo con los ajenos- 99,9999999999%-, tu yo sentimental y tu YO racional, colapsen y generan posturas como las de este poemario.