lunes, 10 de octubre de 2016

La perdida mirada


Es en la liturgia indescifrable de tus ojos cuando inician el ceremonial inolvidable del insomnio en las penumbras, cuando miran un indefinido y lejano horizonte o la lluvia repetida de ayer en este anochecer sin tiempo, lo que abarca los territorios de la ternura insoportable y que tus labios confirman en su tenue sonrisa alejada. No existen otros protocolos que detenten esa misma quietud silenciosa, esa secuencia imperceptible en la que tus párpados oscurecen tu entorno y soy entonces tu único habitante. El nocturno me persigue sigiloso para robarme esos prodigios.


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