viernes, 7 de octubre de 2016

La deuda imperecedera


Siempre me quedarás debiendo el color misterioso de tus ojos y un atardecer imposible caminando por un parque en ese día que nunca poseeremos. Me deberás la eterna memoria del paisaje por las riberas hasta el malecón viejo, con sus iguanas y sus mariposas en la época de las lluvias. Serán deuda también el leve roce de tu mano al regalarte una flor, un tierno beso iluminado por los últimos arreboles del crepúsculo, la intensa felicidad de estar ahí contigo, y la pena de saber que solo fue un sueño equivocado.


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