miércoles, 12 de octubre de 2016

La triste evocada


Poseía un hechizo misterioso que la hacia transparente y silenciosa cuando cerraba los ojos. La decidí imposible por peligrosa desde la primera cita, aunque ya capturado en su vago dejo de tristeza. Ahora la evoco sin ningún asomo de certeza, como al azar, como se disponen las piedras en las orillas de los ríos furiosos. Solo me quedó una pena, una profundidad de aguas oscuras donde todos los recuerdos se hunden sin hallar fondo, y se quedan enredados en las algas enmarañadas o atrapados en las cavernas donde mueren los celacantos.


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