miércoles, 26 de octubre de 2016

La presencia enternecida


Se desliza tenue o casi invisible sobre las cosas que le pertenecen, como un vaho que demarca los contornos difusos de su mundo y deja su impalpable rastro lunar. Aparta las manos ajenas que se atreven a invadir esos objetos pertenecidos. Ella perdura según sus propios designios, elemental, misteriosa e imperecedera. Suele divertirse haciendo crujir en la noche las maderas que conocieron el tacto de sus dedos buscando el polvo acumulado por el tiempo, sin otro afán que persistir ahí entre nosotros, los que la amábamos. A veces creemos verla sonriendo.

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