Alguien
le regaló un techo brillante de estrellas, que fue algo más que plateado cielo
nocturno, pestillos abiertos, base en olvido de los sin cerrojos palpitantes,
inquieta vuela, liberada. Sin reconciliar su esencia, gaviota de poder grupal,
ve los grises rojos. Circula absoluta, desmesurada sonrisa de diosa inconclusa,
elixir inherente, desidia. Y dicho así, solo dibuja una de las referidas
etapas, pues no hubo infinitud en nada, se conjugaron los tiempos compuestos de
ciclos efímeros, se huele la sal y no hay viento marino, es necedad. Hay
soledad y orgullo escénico.
Publicado por F.S.R.Banda en 7:29 No hhabía visto este blog tuyo querido amigo Fernán Banda...Te has ido sin avisar a las montañas, a las minas repujadas de tus versos, cúanto se te extraña, poco escribo después de tu partida. Ojalá me ayuder saltando las musas retenidas desde donde estés.
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