jueves, 6 de octubre de 2016

La cálida entraña - Juan David Porras Santana


Devino lúcida, siempre transmutada como el alba de los iluminados, de lo recóndito se tejía su poderosa palabra, que retumbaba después de la centella, como ocurre con los relámpagos. Su piel inquieta, atenta pero ajena, sensitiva pero esquiva, marina pero lucia. De espíritu se conforman sus costillas, nunca necesitó de Adán. Libre albedrío andante, hollando las rojas arcillas del planeta, no nació como nosotros, su corazón se fue haciendo a fuego lento con tanto esmero, que lo que emana de ella parece salido del magma incandescente. Así es nuestra cálida entraña.

Del libro “Químicamente Puro. Los poemas de Frankenstein”, Venezuela, 2012. (Gentileza de Alejandra Madrigal)


No hay comentarios:

Publicar un comentario