sábado, 8 de octubre de 2016

La lluvia contingente


Estaba en la oficina, salí al patio a tomar un café y fumar un cigarrillo, llovía finito como suspiro de pebeta soñadora. El ginko de enfrente se iba haciendo oros en su otoño a destiempo, mientras la bugambilia vivía en sus rojos aun su propia primavera. De pronto arreció la lluvia, se vino intensa como hembra tanguera, tamborileaba fuerte sobre el techo de zinc, y ahí me entró la nostalgia. Quise entonces hundirme en tu regazo, vivir el resto del día entibiado en tu cuerpo para huir de este frío ahora.


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